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Los paisajes de Larraine presentan una extrema variedad, relacionada con la lucha titánica protagonizada por las placas tectónicas Ibérica y Europea desde hace centenares de millones de años. Un gran accidente geológico, acentuado por el recorrido del torrente pirenaico de Larraine, atraviesa el pueblo de lado a lado.
De una parte tenemos una cúpula de ofita, roca volcánica verdosa muy dura, sobre la cual está implantado el pueblo : frente a éste, la vertiente de Mendibelza, cuyos pudingas (amalgama de guijarro) de color oscuros y tornasolados , alternan con el verde profundo de las praderas, ofrecen un cuadro extraordinario recreado sin parar por la naturaleza.
Cada paseo reserva su lote de descubrimientos: los grandiosos cañones de Amübi, de Olhadübi y de Holzarte, cortados en los calizas del Cretáceo superior (60 a 80 millones de años), los magníficos veraneros con pendientes ligeras (Otxogorri, Ardane, Malta, Betzüla…), las mesetas majestuosas (Erroimendi, Tarta…) o los picos vertiginosos (Otxogorigaina, Orhi, Zazpigain), que ofrecen a la mirada relieves espectaculares ( vertiente este del Pico de Orhi).
Otras capas geológicas muy antiguas (de más de 250 millones de años), que han subido a la superficie gracias a la fuerza de los movimientos tectónicos, han favorecido, gracias a su particular naturaleza, el desarrollo de otros paisajes, como los esplendidos hojosos del Bosque de San Josepe o el hayedo de Irati, en la cual el relieve guía, divertido, el río Irati hacia España y el Mediterráneo.